lunes, 31 de mayo de 2010

Perspectiva crítica de la comunicación digital

Mi entorno Personal

Fueron varias las experiencias que colaboraron en confirmarme una serie de conceptualizaciones respecto a las prácticas de consumo de medios y productos culturales y respecto al rol central de las tecnologías de la comunicación y la información en la construcción de los sentidos sociales y en la relación, a veces antagónica, con la construcción simbólica de la política. Pero fue una en particular que me vino inmediatamente a la memoria cuando, en el marco del Seminario de Multimedia de la Maestría PLANGESCO, nos propusieron problematizar las tecnologías de la comunicación desde nuestro entorno personal. Se trató de un conflicto en una comunidad rural en torno a la disputa por el poder en el manejo del control sobre el acceso al consumo televisivo cuya resolución implicó una reunión de la comunidad e involucró al intendente municipal. Esta experiencia correspondía a los primeros trabajos en el territorio y en aquel momento generó un reacomodamiento en mis matrices teóricas al desatarme interrogantes y cuestionamientos sobre lo que sucede en los procesos de producción de sentidos y en las prácticas de consumo de productos culturales masivos cuando determinados actores sociales se organizan para operar, por su cuenta, los dispositivos tecnológicos de comunicación disponibles.


La perspectiva que tengo la inquietud de abordar respecto de las TICs es una mirada definida un poco en las percepciones y reflexiones sobre aquella vivencia particular y en las percepciones que sobre las tecnologías sostienen otros actores sociales (en otro territorio, en otro tiempo). El abordaje está orientado con la temática elegida para la realización de la tesis de la maestría, la que plantea indagar en la conformación de las percepciones sociales respecto de la calidad de vida y la calidad del entorno ambiental en los asentamientos y barrios de la ciudad de Salta. Para dar cuenta de estos procesos habrá que observar los espacios de mediación donde se conforman esas percepciones entre las que destaco, de primeras, a las instituciones civiles y gubernamentales y a los medios de comunicación social considerados en su dimensión relacional de espacios de mediación en la construcción de las subjetividades; en su dimensión instrumental en cuanto herramientas de las políticas públicas de los gobiernos; y una tercera dimensión que donde la operación de las TICs puedan generar nuevos espacios de centralidad en los procesos de circulación de saberes y conocimiento.


El desafío propuesto para este trabajo no es desarrollar las tres dimensiones sino que redunda, más bien, en encontrar una entrada para pensar las TICs desde su estatus perceptivo y cognitivo en la construcción de saberes que contribuyan al desarrollo de procesos de producción de sentidos para la transformación social, en especial para el mejoramiento de la calidad de vida y del medio ambiente.



Pensar una comunidad desde los medios, más allá de lo que muestra la pantalla


- ¡Saquen ese partido, a esta hora toca novela!- el grito que sonaba increpante en el bar era de Doña Victoria que había ingresado enojada secundada por un coro de mujeres con igual temperamento. Los increpados eran el grupo de hombres -esposos, parientes y vecinos- que se habían juntado en ese bar a mirar, en la televisión de veintinueve pulgadas, un partido de fútbol en el que Boca Junior jugaba por la copa Libertadores. El intercambio de palabras en tono elevado duró unos minutos y en ese momento resultó difícil entender el porqué del altercado. En la discusión los hombres no cedieron al reclamo de las mujeres y se continuó viendo el partido. Finalmente las mujeres se retiraron aunque advirtiendo que la situación iba a ser comunicada al intendente.


El hecho tuvo lugar en la comunidad de Los Toldos, Departamento de Santa Victoria, provincia de Salta. Los Toldos es un poblado rural enclavado en uno de los paisajes más diversos de la geografía del NOA aunque completamente desmembrado del territorio provincial y en aquel momento con un precario sistema de comunicación. Para llegar al poblado es necesario salir de la Argentina e ingresar a Bolivia recorriendo cerca de 80 km bordeando el Río Bermejo, cruzar el puente de La Mamora y recorrer 40 km por camino de montaña. En el año 2003 me tocó participar en la coordinación de un equipo técnico para la institucionalización de la Reserva de Biósfera de las Yungas declarada por el Programa el Hombre y la Biosfera de UNESCO. La Reserva de Biosfera constituye una figura de conservación internacional para áreas naturales de alto valor de biodiversidad, y que revisten alguna amenaza por el uso que de ella se realiza. Entonces se propende a generar estrategias que permitan el desarrollo económico de sus habitantes y la conservación del ecosistema. Aquella semana nos tocaba iniciar los talleres de comunicación de la región norte de la Reserva y todos los representantes de las comunidades de la región se reunían en Los Toldos. El objetivo de la actividad que motivaba la presencia era comenzar a definir una estrategia para informar a todos los actores del territorio sobre los alcances formales e institucionales de la Reserva de Biósfera.


Al otro día, ya en la sede del Municipio mientras preparábamos los materiales para el taller y recibíamos a los participantes, comenzamos a comprender la dimensión del conflicto de la noche anterior. Las mujeres formaban parte del Club de Madres de Los Toldos, una de las organizaciones comunitarias con mayor institucionalidad en el poblado, por lo tanto cualquier conflicto que involucraba a los miembros de la asociación, tenía carácter de estado público. ¿Cuál era el motivo de fondo? La comunidad había tenido desde siempre inconvenientes en el acceso a los medios masivos de información: el periódico llegaba una vez por semana con el único medio de transporte público -un pequeño colectivo que salía desde la ciudad de Orán-, no podía acceder a TV por aire ni cable, la señal radiofónica era muy deficiente por la geografía y siendo posible captar algunas pocas radios bolivianas y solo una radio salteña exclusivamente por la noche; solamente había un teléfono público administrado por el municipio y la telefonía celular todavía no había sido instalada. La televisión satelital resultaba la única alternativa para las comunidades rurales aisladas, sin embargo sus costos lo hacían inaccesible para la mayoría de los pobladores rurales. Para superar esta limitación la comunidad se había organizado y desde hacía un tiempo todo el poblado tenía acceso a la televisión satelital aunque con una modalidad particular: para abaratar los costos se había contratado solo una antena satelital que era recibida y administrada desde una casilla y de allí era distribuida a todas las casas mediante una red de cableado. La particularidad del sistema era que todos los usuarios recibían en sus casas el mismo canal sin tener la posibilidad de controlarlo desde su domicilio, solamente se podía cambiar desde la casilla de recepción.


La comunidad había acordado la programación de los canales que verían todos los días en los diferentes horarios. A la hora del evento conflictivo de la noche anterior, la programación correspondía a una novela televisada por el canal TELEFE que las mujeres venían siguiendo desde el comienzo de la temporada. Siendo un evento no programado, el partido de fútbol había roto el acuerdo y lo peor, no había sido sometido a la consulta de todos los usuarios del sistema y por lo tanto se estaba generando un conflicto alrededor del consumo medial. Atento a que la organización del acceso a la televisión tenía una clara dimensión política, era evidente que la conflictividad iba a requerir de la política para que la concordia vuelva a la comunidad.


Esta especie de revelación contribuyó a enfocar las miradas posibles respecto a los medios y su consumo que permitían pensarlos, a decir de María Cristina Mata, no como instrumentos en manos de alguien, sino como parte de procesos culturales e inmersos en las prácticas cotidianas. En este caso resultaba esclarecedor observar los procesos que se desencadenan cuando una comunidad se organiza para operar los dispositivos tecnológicos de comunicación. Más allá de tratarse de un dispositivo de transmisión de discursos exógenos a la realidad de la comunidad y producidos desde una otra centralidad hegemónica, la intervención en la manipulación del mecanismo, había sido posible por la existencia de un espacio de mediación política todavía más poderoso para la construcción simbólica que el propio dispositivo tecnológico. En esta comunidad el consumo de los productos culturales masivos estaba conectado con la organización política, requiriendo la necesaria articulación para establecer acuerdos. La relación entre política y medios constituía una relación no necesariamente antagónica como me mostraban algunos autores, tampoco dependiente sino al contrario, las TICs requerían de la mediación política.


El suceso constituyó una entrada en la comprensión de la comunidad. En menos de un día de estadía en el pueblo, fue posible avanzar en la conformación y las relaciones del tejido social a partir de la observación de un evento fortuito sobre una práctica cotidiana como lo era ese modo de consumo televisivo. Entre otras lecturas, este hecho daba cuenta de la capacidad de organización y la fuerte institucionalidad de la comunidad campesina, la permanencia de prácticas que daban cuenta de actitudes de un sistema de desigualdad de género pero con espacios institucionales legitimados donde esa desigualdad podía ser igualada. Las mujeres sostenían un acuerdo y hacían uso del ejercicio de la ciudadanía para reclamar por lo que consideraban un derecho. Lo que reclamaban en el fondo era el reconocimiento recíproco.


Otro eje sustancial lo constituía la consideración de esta práctica colectiva como un espacio en el que se verificaba un interesante proceso de producción de sentido de identidad. A pesar de la fuerte vinculación territorial, social e histórica con la República de Bolivia, y de tener mejores posibilidades de acceso a los medios y productos culturales masivos de ese país, las preferencias se inclinaban a los medios Argentinos sirviendo de esta manera como mecanismo para la configuración del sentido de la identidad política. Como lo señala Jesús Martín-Barbero lo que aquí estamos viendo es la reconfiguración de las mediaciones en que se constituyen sus modos de interpelación de los sujetos y representación de los vínculos que cohesionan una sociedad. El rol cohesionador en el caso de la comunidad de Los Toldos, era mantenido por los espacios institucionales de la política. Sin embargo lo que se advertía, más allá de este suceso en particular, era el requerimiento por parte de la población de un medio tecnológico que contribuyera a la representación genuina de la comunidad.


Otro aspecto observado era la percepción de la categoría de público. En esta situación “los públicos” aparecían de manera desnaturalizada respecto a la categoría que era sostenida en mis matrices donde los públicos estaban alienados por los productos de la cultura masiva, y los actores carecían de la posibilidad de intervenir críticamente en la conformación de los discursos y los sentidos difundidos por las tecnologías, y donde tampoco se admitía la intervención en la operación del dispositivo. Públicos y operadores del sistema, se daba un doble rol de esta comunidad dentro del proceso de reproducción de los materiales de la cultura masiva. Las condiciones de existencia de las tecnologías no eran algo dado “naturalmente” como puede suceder en la mayoría de las ciudades, sino que era producto de la decisión y organización del grupo. Esta “desnaturalización” de la tecnología se lograba interviniendo en la operación del dispositivo técnico en lo que parecería asociarse al modo de desocultación o develamiento sostenido por Heidegger a propósito de la racionalidad de la técnica.


Más allá de lo esclarecedor que significaba el poder constatar la relevancia que las comunidades rurales le asignaban a las tecnologías de la comunicación y el esfuerzo creativo dispuesto para establecer puentes sobre la brecha informacional, si una comunidad tenía la capacidad de adaptar la tecnología disponible para el consumo de la tv, por qué no podría apropiarse de una tecnología para otros objetivos que se planteara la misma comunidad. En efecto, cuando en las actividades participativas del proyecto se retomó la cuestión del uso de los medios de comunicación para el fortalecimiento del proceso de institucionalización del proyecto, se advirtió que los participantes (representantes de las organizaciones y comunidades campesinas de toda la región) tenían un diagnóstico muy preciso en cuanto a la necesidad de adoptar tecnologías de la información para superar las dificultades que imponían el territorio y las deficiencias de infraestructura de comunicaciones y consideraban que la radio podía constituirse en la tecnología que más se adaptaba a los requerimientos del proyecto y de la comunidad. A través de la radio se podía mejorar la circulación de mensajes, se podía lograr la construcción del sentido del territorio, el reconocimiento de la estrategia planteada por el proyecto, la visibilización de los conflictos de las distintas comunidades y la discusión sobre prácticas productivas para la conservación de la biodiversidad. Esta perspectiva respecto a TICs asumida por la comunidad de Los Toldos la volvería a encontrar como constante en todas las comunidades campesinas con cierto grado de organización y que requerían del apoyo tecnológico de la comunicación para fortalecer los procesos de desarrollo. En todas las comunidades la necesidad de innovación en materia de medios estaba relacionada con la necesidad de preservar el modo cultural del sistema de producción. Si bien se daba aquello de la ruptura de las temporalidades y las distancias, la acción de intervenir en la operación de los dispositivos de circulación de los productos culturales, dotaba a estas comunidades de otro estatus, donde esa develación de la verdad del ser-ahí que permitía innovación (el saber de la técnica), no ocultaba aquel otro saber que es el saber-del-ser propio de la cultura de las comunidades campesinas tradicionales del norte argentino.



Las tecnologías y los jóvenes de los asentamientos urbanos de Salta


Marcelo Mamaní tiene 21 años y vive en el barrio Palermo 1 de la ciudad de Salta. No estudia -dejó el colegio en 7 año porque no le interesaba lo que le enseñaban. No tiene trabajo, pero de cuando en cuando hace alguna changa como ayudante en la construcción. Hace rato que no lo llaman. No tiene un oficio pero dice que le gustaría capacitarse en tareas de albañilería o electricidad. Mira poca televisión porque en la casa hay mucha gente y solo ve lo que está puesto cuando está en la casa. La mayor parte del tiempo la pasa en la calle “con los changos” en una esquina, jugando a la pelota, jugando a las bolillas o en el “ciber jugando a la play”, cuando consiguen algo de dinero. Le gusta escuchar música de cumbia en la radio o en el celular. Tiene celular con mp3 y le sirve para mandar mensajes a los amigos. A veces ve películas de acción que compran en el ciber.


El testimonio de Marcelo sirve de referencia de los varios testimonios recogidos en las charlas mantenidas con jóvenes de entre 16 y 22 años de los asentamientos de la zona oeste de la ciudad de Salta que se reúnen en el Centro Integrador Comunitario del barrio Asunción buscando un espacio de contención donde puedan encontrar una oportunidad para su vida. Entre las actividades que realizan es trabajar voluntariamente en el arreglo de los espacios verdes de la zona.


A partir de la reflexión de la experiencia de intervención en la comunidad de Los Toldos, surgió como inquietud comenzar a observar lo que sucedía con las TICs en los consumos de productos de la cultura masiva y los procesos cognitivos dentro de los territorios definidos como asentamientos de la ciudad de Salta como una entrada para dar cuenta de los procesos de conformación de sentidos en torno a la calidad de vida y del medio ambiente. Las prácticas que se plantean observar son aquellas que se dan en el marco de las políticas públicas en materia ambiental encaradas particularmente en los barrios conformados a partir de una ocupación irregular por parte de los habitantes o bien de asentamientos promovidos por el estado provincial. Este tipo de ocupación definió territorios y enclaves desde donde los actores construyen sus perspectivas y lecturas el paisaje urbano encaminando procesos de acción individual o colectiva para el cuidado y mejoramiento de la calidad de vida.


En este sentido la implementación de procesos de comunicación en el ámbito de políticas públicas referidas a cuestiones ambientales deberá, necesariamente incorporar los espacios de construcción de sentidos y en especial las tecnologías no solo en su dimensión instrumental, sino en su potencial relacional. Para ello es necesario profundizar en el análisis de las lecturas que estos actores realizan sobre las tecnologías y los nuevos modos de producción del conocimiento. La diversidad cultural y las condiciones materiales determinan sin dudas miradas diferenciadas y usos diferenciados para las tecnologías.


En una primera aproximación, este territorio se muestra desarticulado en términos políticos, sociales y culturales en lo que se considera el problema urbano más grave de la ciudad como lo es la segregación social y espacial. El escenario, atravesado por las condiciones materiales y las biografías de los sujetos, alcanza una mayor complejidad con la inexistencia de proyectos que promuevan procesos de organización social. En este plano, y especulando respecto a las prácticas de recepción y uso de las tecnologías, las TICs aparecen como enclaves cuyo acceso reviste de una serie de condicionantes (disponibilidad de tecnologías, espacios cotidianos de recepción, etc.) para pensar que puedan desarrollar su potencial cognitivo y transformador.


Sin embargo cuando se indaga sobre el uso de tecnologías en adolescentes y jóvenes de ese territorio, se advierte que más allá de los condicionantes, existen numerosas prácticas cotidianas donde la tecnología media en los procesos simbólicos. Desde el celular como instrumento para mantener activa la red relacional en un territorio complejo donde el espacio público se tuguriza; la radio como conexión y eje de lectura la urbe; el consumo e intercambio de música como elemento de identidad; y los videojuegos que más allá de su carácter lúdico y de esparcimiento de una realidad fuertemente condicionada, remite a los chicos (sobre todo varones) a una hiperrealidad que les permite ser protagonistas de una historia y desempeñar una serie de habilidades y destrezas físicas e intelectuales que la realidad cotidiana no las pueden desarrollar.


Cuando observamos las percepciones de los actores sobre las prácticas sociales vemos que existe una dificultad por parte de los jóvenes en desempeñarse en los lugares de circulación de saberes tradicionales. Analizándolo desde la perspectiva propuesta por Jesús Martín-Barbero en cuanto a que la tecnología propone nuevos modos de percepción que des-localiza los espacios y las institucionalidades tradicionales del saber proporcionando un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos y las formas de producción y distribución de bienes y servicios; entonces podríamos pensar las tecnologías como la interfaz que les permita a estos jóvenes acceder a nuevos espacios de construcción e intercambio de saberes.